sábado, 14 de enero de 2012

Lecciones que da la vida

No supe su nombre pero me dio una lección de vida.
A finales del año pasado, cuando creía que me encontraba en dificultades, fui a la estación de servicio de Boca de Aroa  y vi una persona, que sin saberlo me dio una profunda lección y su  imagen quedó grabada en mi mente.Se trata de un joven de aproximadamente veinte años, delgado, harapiento, y que, sin manos, contaba y alisaba los billetes que, conductores caritativos le iban dando, mientras llenaban su tanque. Al llegar cruzamos miradas, y observé sus brazos, que terminaban casi a la altura de la muñeca  y con gran destreza sacaba el dinero del interior de una prótesis  que utilizaba en su pierna izquierda. Sólo tenía una sola pierna y en vez de quejarse,  bromeaba con el empleado de la bomba y su rostro reflejaba una expresión de  naturalidad y hasta la tranquilidad de quien maneja con firmeza los obstáculos del  camino. Aunque estaba allí buscando su sustento, y con solo verlo era evidente que requería ayuda, el  no pedía con esa carita que ponen  los falsos mendigos, era algo hasta simpático. Realmente me sentí apenado por quejarme de la vida.  

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