jueves, 3 de febrero de 2011

Julian Assange responde

Julian Assange, la valentía del periodismo.
La batalla que se libra en los medios digitales, gracias a periodistas con la valentía de Julian Assange, evidencian  que la sociedad ha entrado a vivir plenamente una nueva etapa en la forma de comunicarse y estar informado. Sin duda que es un momento sumamente interesante para el estudio del periodismo de investigación aunado a la vulnerabilidad de los sistemas diseñados desde las cúpulas del poder para proteger la información clasificada, la que se esconde a la población porque sería vergonzosa.
Como un reconocimiento y apoyo a Julian Assange damos espacio en lapalabraescritayhablada a  
la comunicación de Julian Assange sobre lo que ha estado ocurriendo últimamente con Wikileaks.


Traducción: Grupo Reforma/Olivier Tafoiry



Julian Assange







En 1958, un joven Rupert Murdoch, entonces dueño y director editorial de The News, en Adelaide, escribió: "en la carrera entre hermetismo y verdad, parece inevitable que la verdad siempre prevalecerá".







Su observación reflejaba tal vez la revelación de su padre, Keith Murdoch, de que tropas australianas estaban siendo inútilmente sacrificadas en las costas de Gallipoli por comandantes británicos incompetentes. Los británicos trataron de acallarlo, pero Keith Murdoch se resistió y sus esfuerzos llevaron al término de la desastrosa campaña de Gallipoli.







Casi un siglo después, WikiLeaks publica con la misma audacia hechos que necesitan ser dados a conocer públicamente.







Crecí en un poblado rural de Queensland cuyos habitantes expresaban sin reparos sus opiniones. El Gobierno poderoso les inspiraba recelo porque podía ser corrompido si no era objeto de estrecho escrutinio. Los funestos días de corrupción en el Gobierno de Queensland que precedieron a la investigación Fitzgerald evidencian lo que ocurre cuando los políticos amordazan a los medios masivos para impedir que reporten la verdad.







He guardado presentes estas cosas. WikiLeaks fue creado en torno a estos valores centrales. La idea, concebida en Australia, consistía en utilizar tecnologías de internet de forma novedosa para reportar la verdad.







WikiLeaks acuñó un nuevo tipo de periodismo: el periodismo científico. Trabajamos con otros medios de comunicación para llevar información a la gente, pero también para demostrar su veracidad. El periodismo científico le permite a uno leer una noticia y dar un clic en línea para consultar el documento original en el cual se basa. Así, es posible formarse su propia opinión: ¿la información será cierta? ¿fue reportada con precisión por el periodista?







Las sociedades democráticas requieren de medios masivos fuertes y WikiLeaks es uno de ésos. Los medios ayudan a mantener honesto al Gobierno. WikiLeaks ha revelado algunas verdades dolorosas acerca de las guerras en Iraq y Afganistán, además de dar a conocer noticias de corrupción corporativa.







La gente ha dicho que soy antiguerra: quiero dejar patente que no lo soy. Las naciones a veces necesitan librar guerras y hay guerras justas. Pero no existe nada peor que un Gobierno que le miente a su pueblo respecto a esas guerras y les pide a esos mismos ciudadanos que sacrifiquen su vida y sus impuestos a esas mentiras. Si una guerra es justificada, basta con decir la verdad y la gente decidirá si la apoya o no.







Si ha leído cualquiera de las bitácoras relativas a las guerras en Afganistán o Irak, cualquiera de los cables de las embajadas estadounidenses o cualquiera de las notas sobre lo reportado por WikiLeaks, considere la importancia que reviste para todos los medios el poder reportar libremente estas cosas.







WikiLeaks no es el único en publicar cables de embajadas estadounidenses. Otros periódicos, entre ellos el británico The Guardian, The New York Times, el español El País y el alemán Der Spiegel han publicado los mismos cables redactados.







No obstante, es WikiLeaks, como coordinador de estos otros grupos, el que ha recibido los ataques y acusaciones más arteros del Gobierno estadounidense y sus secuaces. Me han acusado de traición, aunque soy australiano, no ciudadano estadounidense. En Estados Unidos, se han lanzado docenas de llamadas serias a que las fuerzas especiales estadounidenses me "eliminen". Sarah Palin alega que deberían "perseguirme como a Osama bin Laden", una propuesta de ley republicana actualmente en estudio en el Senado de EU busca que me declaren "una amenaza transnacional" y que se lidie conmigo de manera consiguiente. Un asesor del Primer Ministro canadiense ha pedido en televisión nacional que se me asesine. Un autor de diario en línea estadounidense ha exhortado a que se secuestre y lastime a mi hijo de 20 años, aquí en Australia, con el simple fin de herirme.







Y los australianos deberían sentirse poco orgullosos al observar la vergonzosa forma en que Julia Gillard y su Gobierno le siguen el juego a estos sentimientos. Los poderes del Gobierno australiano parecen estar enteramente al servicio de Estados Unidos, trátese de la posibilidad de cancelar mi pasaporte australiano, o de espiar o acosar a defensores de WikiLeaks. El Procurador General australiano hace todo lo posible para respaldar una investigación estadounidense claramente enfocada en incriminar a ciudadanos australianos y embarcarlos a Estados Unidos.







La Primera Ministra Gillard y la Secretaria de Estado estadounidense Hillary Clinton no han expresado la menor desaprobación respecto a las otras organizaciones de medios. Eso se debe al hecho de que The Guardian, The New York Times y Der Spiegel son antiguos y grandes, mientras que WikiLeaks aún es joven y pequeño.







Somos los desvalidos. El Gobierno Gillard busca dispararle al mensajero porque no quiere que se revele la verdad, la cual incluye información relativa a sus propias maniobras diplomáticas y políticas.







¿Acaso las numerosas amenazas de violencia proferidas públicamente contra mí y otros empleados de WikiLeaks han dado lugar a la menor respuesta del Gobierno australiano? Uno podría haber pensado que una Primera Ministra australiana defendería a sus ciudadanos de semejantes cosas, pero sólo han surgido aseveraciones de ilegalidad totalmente carentes de fundamento. La Primera Ministra, y más particularmente el Procurador General, deben desempeñar sus cargos con dignidad y por encima del aquelarre. Que no le quepa la menor duda de que estos dos buscan salvar el pellejo. No lo lograrán.







Cada vez que WikiLeaks publica la verdad respecto a abusos perpetrados por agencias estadounidenses, los políticos australianos unen sus voces a las del Departamento de Estado en un estribillo a todas luces falso: "¡Están poniendo vidas en peligro! ¡Seguridad nacional! ¡Ponen en riesgo a las tropas!" Luego afirman que lo publicado por WikiLeaks no encierra nada importante. Las dos cosas no pueden ser ciertas. ¿Cuál es la buena?







Ninguna lo es. WikiLeaks tiene un historial de publicación de cuatro años. Durante ese periodo, hemos cambiado a Gobiernos enteros pero, hasta donde se sabe, no se ha lastimado a una sola persona. Pero Estados Unidos, con la complicidad del Gobierno australiano, ha matado a miles de personas en tan sólo los últimos meses.







Robert Gates, Secretario de Defensa estadounidense, admitió en una carta enviada al Congreso de su país que la revelación de las bitácoras relativas a la guerra en Afganistán no había vulnerado ningún método o fuente de información sensible. El Pentágono afirmó que no existía ninguna evidencia de que los reportes de WikiLeaks habían redundado en daño a alguna persona en Afganistán. En Kabul, la OTAN declaró en CNN que ninguna persona requería protección. El Departamento de Defensa australiano dijo lo mismo. Ningún soldado o fuente australiana ha resultado herido por algo que hayamos publicado.







Sin embargo, nuestras publicaciones han distado mucho de ser irrelevantes. Los cables diplomáticos estadounidenses revelan algunos hechos impactantes:











- Estados Unidos le pidió a sus diplomáticos que les robaran material humano e información personal a funcionarios de la ONU y grupos de derechos humanos, como ADN, huellas digitales, escaneos del iris, números de tarjetas de crédito, contraseñas de internet y fotografías de identificación, todo ello en violación de los tratados internacionales. Se presume que diplomáticos australianos de la ONU también podrían ser blancos de ello.







- El Rey Abdullah de Arabia Saudita le pidió a Estados Unidos que atacara a Irán.







- Funcionarios de Jordania y Bahráin quieren que el programa nuclear iraní sea detenido por cualquier medio posible.







- La investigación británica sobre Iraq fue arreglada con el fin de proteger "intereses estadounidenses".







- Suecia es miembro encubierto de la OTAN y comparte información con Estados Unidos sin conocimiento del Parlamento.







- Estados Unidos recurre a métodos enérgicos para que otros países reciban a detenidos liberados de la Bahía de Guantánamo. Barack Obama sólo aceptó reunirse con el Presidente de Eslovenia si dicho país aceptaba a un prisionero. Se le ofreció millones de dólares a Kiribati, nuestro vecino del Pacífico, para que recibiera reos.







En el fallo histórico emitido en el caso de los llamados "Pentagon Papers", la Suprema Corte estadounidense expresó que "sólo una prensa libre e independiente puede efectivamente revelar engaño en el Gobierno". La tormenta que envuelve hoy a WikiLeaks refuerza la necesidad de defender el derecho de todos los medios masivos a revelar la verdad.







*Julian Assange es director editorial de WikiLeaks.

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